Cuando la multitud hoy muda, resuene como océano.

Louise Michel. 1871

¿Quién eres tú, muchacha sugestiva como el misterio y salvaje como el instinto?

Soy la anarquía


Émile Armand

viernes, diciembre 12

La deserción: de la guerra a la revolución

 


El esfuerzo histórico de todo militarismo y autoritarismo ha sido construir ejércitos cuyos integrantes no tengan el rechazo, lógico, cultural, social y hasta biológico a matar. Para ello, a las básicas excusas ideológicas y morales, así como las económicas (matar por la patria, matar por el bien, matar por el botín) se ha sumado una renovada pedagogía del matar, tanto en lo formativo militar (entrenamientos, servicio militar), como en el entretenimiento: juegos de guerra, de tiroteos y balas que inundan los mercados de aplicaciones y descargas son una muestra de esta sofisticación del adoctrinamiento y entrenamiento en la capacidad de asesinar sin remordimientos, sobre todo sin remordimientos preventivos. Una parte de la cultura, cada vez mayor, hace del matar un asunto hasta divertido y del morir un tema menor, irrelevante, sin importancia.

La banalidad del asesinato es la pedagogía actual del militarismo militante, la muerte ha sido desplazada de su centralidad cultural en tanto ese desplazamiento es un requisito para romper las comunidades y centralizar, en cambio, lo individual. Un genocidio acá, otro allá, es el pan nuestro de cada día. No importan, en tanto suceden en otro lado, en otros territorios, lo que importa es que demuestran la eficacia de ciertas armas y políticas.

Los pueblos, las comunidades, han tenido siempre un freno a la escalada militarista y autoritaria: la deserción. Desertan los pueblos huyendo de donde sufren el mal, desertan los soldados de la batalla, desertan quienes trabajan en el marco de la sobreexplotación, desertamos hasta que la deserción se convierte en revolución. Toda revolución ha sido tan solo y debido a la deserción. El gran NO. Revisemos todas las revoluciones que han dejado huella en la historia. Todas, en su punto culminante, tienen un gran NO que es la deserción. Sin ese gran NO, por más que se le llame revolución, no lo es. Desconfiemos, por ello, de llamar revolución a aquellas que no tienen el componente pronunciado de la deserción. Veamos también las revoluciones fracasadas (que son mayoría): en ellas la deserción fue frenada.

Deserción como dejar de colaborar, dejar de obedecer, dejar de cumplir, dejar de lado el contrato, la participación, pero también como huida, escape, renuncia y alejamiento de aquello que es el mal en ese momento social e histórico. El gran propósito institucional de todo Estado, autoritario o no, es frenar hasta anticipadamente la deserción, hacer que la conformidad sea incluso alegre.

Para frenar la guerra, todas las guerras, no solo es necesario inculcarnos el desapego a las armas y lo que ellas implican: con más ímpetu debemos inculcarnos la capacidad, el derecho y la eficacia de decir NO y desertar. Desertar de la industria de las armas y de la apología del asesinato, que es lo mismo que la apología del genocidio, porque un genocidio es el asesinato industrial y masivo. Decir NO y desertar desde la comunidad en la que estamos y la comunidad que somos.

Todo autoritarismo y militarismo quiere romper la comunidad que somos, por ello el liberalismo con su énfasis en el individualismo capitalista siempre ha sido solo otro autoritarismo que requiere de ejércitos y policías para mantener su consenso obligatorio. Frente a la guerra, comunidad. Contra la guerra, deserción. Nos toca entonces reconstruir y construir comunidades e impulsar las deserciones. Ni un cuerpo para los ejércitos, ni un arma para los pueblos,

La trampa discursiva de la autodefensa de los pueblos entendida como violencia armada, con armas provenientes de la industria bélica es la trampa de la costumbre construida por el paradigma de dominación-violencia que vivimos en el momento histórico actual y que conocemos por su nombre publicitario de Poder. El Poder, es decir, la dominación-violencia que es el sistema-mundo que vivimos nos da como solución a los problemas del Poder esa misma violencia que la constituye como una vía aceptable y deseable de solución, la cual incauta y acríticamente aceptamos para terminar fortaleciendo el paradigma. Es como querer acabar con la policía creando una policía para llevarla a prisión. Incautamente, pensamos una revolución con armas y explosiones, contaminados nuestros sueños por el imperio de las soluciones autoritarias del paradigma de dominación-violencia que nos educa. Y por ello no es casual que, mientras tanto, ocultamos el centro y fondo de toda revolución: la deserción, el abandono, la dejación.

Para frenar estas guerras que sufrimos hemos de perder la ingenuidad y la estupidez: desconfiar del camino fácil de la violencia armada en tanto es una trampa venenosa. Por contraparte impulsar nuestras capacidades de decir NO desde lo comunitario, nuestras capacidades de evasión y no colaboración comunitarias, incluso aunque tengamos que rehacer o hacer esas comunidades, porque siempre tenemos la capacidad de hacer comunidad, pasando de lo virtual a lo social.

El paradigma de dominación-violencia que nos toca soportar hace un trabajo permanente por llevarnos de lo comunitario en que nacemos a lo individual en que morimos. Frenar esa traición a nuestras vidas es indispensable en la construcción de un mundo distinto a este. Durruti decía «llevamos un mundo nuevo en nuestros corazones» listo para crecer cuando desertemos del actual.

 

Pelao Carvallo1, Asunción, Paraguay, 5 de noviembre de 2025

Bibliografía:

  1. Pelao Carvallo es antimilitarista y luchador libertario por los DDHH. Integra la Red Antimilitarista de América Latina y el Caribe (Ramalc) y la Internacional de Resistentes a la Guerra/War Resister’s International (IRG/WRI). Comunicador y escritor. ↩︎

martes, diciembre 9

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Alimenta y satura la boca de tu buzón,

también el electrónico.

Ojos en carteles gigantes te observan mientras conduces,

ella invade también las ondas de radio.

(Mal)nutren las revistas hasta que enferman,

también habita muy viva, en el cacharro de tu bolsillo.

Hay un poco de programación en la publicidad de la tele,

arma de destrucción pasiva.

En cualquier deporte ya hay más logos que superficie,

patrocinadores voraces, siempre insatisfechos.

Abajo, en el metro, decoran las paredes,

arriba en el cielo la exhiben los aviones.

Colonizadora y parásita a la vez,

megamaquinaria de la confusión.

Imposición bestial para que el mapa

sustituya al territorio.

La identidad es la del consumidor;

permanente estado de necesidad.

(También de necedad).

Muere por colarse en tus sueños,

si es que no lo ha conseguido ya.




Jesús Gálvez Os

En: Voces del Extremo. Poesía y paraíso. Ed. ACSAL. 2025

sábado, diciembre 6

Decir no

 


La primera vez que supe que existían hombres que golpeaban a sus parejas estaba en el colegio. El recuerdo es vago en algunas partes y perfectamente nítido en otras. Han pasado varias décadas.

Recuerdo sin titubear el nombre y apellidos de mi compañera de clase, esos nombres que se quedan grabados después de años pasando lista con ese soniquete que, por repetido, se hacía musical. Recuerdo a su padre viniendo a la puerta del colegio a buscarla. Recuerdo cómo iba vestido ese día. Recuerdo que venía cargado de regalos. Recuerdo cómo se los daba. Y la recuerdo a ella. Quieta. Sin tocarlos. Diciendo que no los quería. Diciendo que no con los gestos de su cuerpo. Diciendo que no con la boca. 

Y nosotras mirando, sin entender nada, deseando que los cogiera para jugar también con esas muñecas que nadie había estrenado aún. 

Recuerdo al padre insistiendo en dárselos. Recuerdo el comentario de alguna compañera diciéndole que no fuera desagradecida con su padre. Recuerdo a otras, la mayoría, mirando la escena. Sin decir nada. Y ella callada. Quieta en la puerta. Solo pronunciando una palabra dirigida a su padre. “No”.

Un tiempo después escuché una conversación, de esas que a veces tienen las personas adultas pensando que las niñas no estamos pendientes de escuchar. Una conversación en la que mi madre hablaba con otras madres del colegio y comentaban sobre el ojo morado de la madre de mi compañera. Decían que no podía ser de una caída como ella contaba, que era demasiada casualidad que justo se hubiera golpeado el ojo. Que ya había venido más veces a buscar a su hija con algún moratón en una parte visible del cuerpo.

Recuerdo que lo hablaban en voz baja, quizás porque tenían a varias niñas pululando a su alrededor. Quizás porque de esas cosas, de la violencia contra el cuerpo de las mujeres, no se hablaba en voz alta. 

Nunca le preguntamos nada. Ninguna de nosotras, de sus compañeras de clase. Sus compañeros tampoco. Quizás, quién sabe, intuíamos que teníamos que aprender que algunos temas que tenían que ver con las violencias contra las mujeres había que dejarlos guardados en el silencio. 

No sé cuándo hice la conexión. En qué momento entendí qué significaba ese recuerdo de la infancia. Cuándo fui consciente de lo que estaba pasando ese día en la puerta del colegio. Ese día en el que una compañera de clase. Una niña que no hablaba mucho. De las que nunca reclamaban atención. De las que no participaban de los conflictos ni de las discusiones. De las que pasaban desapercibidas. Ella, justo ella, fue la que nos mostró que hay niñas que, bajo su aparente fragilidad, tienen el coraje y la fuerza para romper el silencio y decir lo más difícil. Para decir no.

 

 María González Reyes 

https://www.elsaltodiario.com 


miércoles, diciembre 3

50 años de la Marcha Verde

 


Recuerda siempre al Sáhara Occidental

Situado junto al archipiélago canario, a escasos 160 km entre Fuerteventura y El Aaiún —su capital—, el Sáhara Occidental es un territorio que se encuentra divididoPor una parte, ocupado por el régimen marroquí desde 1975, por otra, con tropas del Ejército de Liberación Popular Saharaui (ELPS), adscritas al Frente Polisario1 y leales a la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), quienes tienen que vérselas en algunas áreas con zonas rodeadas por grandes muros y extensos campos de minas2

La RASD, con una bandera idéntica a la de Palestina salvo por una estrella y media luna roja añadidas en su franja central blanca, es uno de esos mundos que nos es ajeno debido a su condena en el exilio de la desmemoria. La similitud en su bandera, por desgracia, no es el único elemento común entre la RASD y Palestina. Ambos países han sufrido y sufren el colonialismo imperialista de sus respectivos vecinos, si bien Israel busca construir su proyecto imperial —el Gran Israel— invadiendo y asimilando tanto Palestina como otros tantos territorios del Medio Oriente, Marruecos busca hacer lo propio —el Gran Marruecos— con el Sáhara y otros territorios del Magreb. Enfrentándose a los intereses de los países vecinos (Argelia, Mauritania, Mali), y manteniendo una postura beligerante ante cualquier amenaza que considere contraria a la representación de una identidad nacional que desde el Estado impone la monarquía marroquí3. La defensa de la idea de estado-nación pasa en ambos contextos por una estrategia ofensiva de irredentismo belicista en la que la Unión Europea termina haciendo grandes negocios. En el caso marroquí, además, financiando con el beneplácito del Estado español a un régimen dictatorial que controla su frontera más meridional y olvidando en el proceso el desastre humanitario causado por sus acciones hasta que este se hace insostenible4.


Tanto Israel como Marruecos buscan imponer su dominio por la vía de las armas, en ambos casos condenando al apartheid al pueblo vecino. En ambos casos estas pretensiones son combatidas por la vía armada. En ambos casos se ha prolongado el conflicto durante décadas. En ambos casos hay una realidad fundamentada en el desastre humanitario que sufre un pueblo, originario de su tierra; frente a la idea de nacionalismo exacerbado y excluyente de su vecino. Los frentes son distintos, la lucha anticolonial la misma. Todo ello, hace que hoy estemos aquí escribiendo estas líneas para comprender la resistencia del pueblo saharaui, para defender la causa de su autodeterminación. No obstante, cabría preguntarnos: ¿cómo se llegó a esta situación?

El final del colonialismo español en el Sáhara y el inicio de la Marcha Verde

Situándonos en el contexto final de la dictadura franquista, los acontecimientos de la Marcha Verde se desarrollarán en los estertores del régimen. Aprovechando la situación de debilidad del dictador en sus últimos días de vida, la monarquía alauita5 bajo las directrices de Hassan II —padre del actual Mohammed VI— aprovechará el escenario de incertidumbre que sacude al Estado español para iniciar su proyecto expansionista. Si bien estos planes comenzaron a florecer desde los últimos días de octubre de 1975, será definitivamente el 3 de noviembre cuando unos 350.000 participantes en la Marcha Verde queden a la espera de recibir órdenes desde Rabat. Siendo en su mayoría campesinos pobres reclutados en todas las provincias del reino, siendo transportados en diez trenes diarios hasta Marrakech. Desde allí habían sido trasladados hasta Agadir, primero, y hasta Tarfaya, después, en 7.813 camiones6. Es en este mismo día cuando se dan conversaciones entre Marruecos y España, haciendo la situación inevitable. A la monarquía alauita no le temblará el pulso para utilizar al pueblo marroquí en su beneficio.

 El 6 de noviembre, en mitad de un caos desatado y sin que las negociaciones llevasen a nada, la Marcha Verde arrancó. Fuerzas represivas leales a Marruecos, camufladas en muchos casos como campesinos, avanzaban sin pausa con banderas marroquíes, estadounidenses, retratos de Hassan II y ejemplares del Corán. Al poco tiempo los manifestantes llegaron a la frontera con el Sáhara, asaltando el puesto fronterizo de Tah, ya abandonado. La marcha se internó desde aquí 10 km dentro del territorio saharaui. Se había pactado que solo permanecerían allí dos días y se retiraran, escenario que no se dio. Entre las caravanas de camiones, se habían infiltrado columnas de militares, vehículos con ametralladoras y blindados marroquíes que parecían avanzar hacia donde las defensas españolas se habían retirado. Ante una intervención nefasta de la ONU incapaz de hacer cumplir la soberanía del Sáhara y ante un tardofranquismo más preocupado por la salud del dictador que por la supervivencia de sus pretensiones coloniales, Marruecos solo tuvo que apostar más fuerte. Al día siguiente ya eran 100.000 las fuerzas que traspasaron la frontera, abriendo un nuevo frente hacia el este.

 

Bajo la amenaza de solo disolver la Marcha Verde si el Sáhara era entregado, las negociaciones se dieron con una posición de peso de Marruecos sobre el terreno y con una gestión pésima por parte del franquismo. Si bien había una serie de acuerdos internacionales que debían respetarse, la realidad fue que estos solo sirvieron de papel mojado y se tuvieron en cuenta superficialmente de cara a la galería. En cuestiones de fondo prevalecían los intereses marroquíes, quienes se comprometían a retirarse de la frontera si el Sáhara les era entregado. Los acuerdos entre Madrid y Rabat se firmaron al margen de la comunidad internacional y con el apoyo implícito de EE. UU. a Marruecos, siguiendo las pautas marcadas por Henry Kissinger en el contexto internacional de la Guerra Fría.

Hassan II ofreció a cambio del Sáhara la posibilidad de construir bases militares españolas en el territorio, acuerdos comerciales y de explotación de los fosfatos, facilidades en el acceso a recursos pesqueros de la región, protección de las inversiones españolas en el país, colaboración en industrias y complejos turísticos, alianzas estratégicas para controlar el estrecho e importantes partes del Atlántico… Todo ello de forma bilateral y sin consultar a nadie. Manteniendo un doble juego de legitimidad de cara a la ONU, mientras que la realidad era que las decisiones se estaban tomando tras bastidores.

El día 13 queda decidido que España abandonaría sus aspiraciones por el Sáhara. La ONU asumiría entonces la administración del territorio por un período de seis meses. En ese tiempo crearía una administración temporal, bajo la autoridad de un alto comisario, que estaría auxiliado por un grupo reducido de funcionarios. Para mantener el orden, España dejaría a 10.000 legionarios que sustituirían su gorra verde por el casco azul de Naciones Unidas7. En una reunión previa trilateral entre Marruecos, Mauritania y España, se anunciaba que esta última saldría del Sáhara el 28 de febrero de 1976, creando hasta entonces una administración temporal. En todo momento se rechazaba la voluntad de autodeterminación del pueblo saharaui, si bien finalmente se añadió una cláusula de referéndum que nunca se dio. El destino del Sáhara Occidental quedaba sellado, pues entre los días 12 y 14 de noviembre este fue escrito en los Acuerdos de Madrid sin el consentimiento de su pueblo.

El éxodo de la población saharaui hacia Argelia se produjo a raíz de ello desde febrero de 1976, a consecuencia de la retirada definitiva de España del Sáhara Occidental. Los combates entre las tropas leales al Frente Polisario contra el ejército marroquí siguen dándose hasta hoy, pues esta situación de ocupación se mantiene desgraciadamente hasta la actualidad. En 1979, Mauritania se retiraría del conflicto dejando fuera todas y cada una de las pretensiones que tenía para el Sáhara, pero Marruecos aprovechó desde entonces para ampliar su dominio en la zona.

El proyecto imperialista marroquí

Para comprender lo que es el Estado marroquí, primero debemos comprender lo que significa el Majzén. El Majzén es lo que podríamos definir como el «Estado profundo» marroquí, con el rey y la monarquía en su cúspide, le siguen de cerca la familia real, los grandes líderes del país y los servicios secretos. La alta cúpula militar, el cuerpo diplomático marroquí y la oligarquía empresarial de alto nivel, mantienen este orden intacto. Es una organización de la que en gran medida se desconoce su estructura y sus componentes, solo manifestada a través de la ostentación económica de sus élites junto a su capacidad para reprimir al pueblo. No existe una división de poderes propia de las democracias liberales, ejecutivo y legislativo —gobierno y parlamento—, se retroalimentan directamente de las órdenes dictadas por el Majzén. El poder judicial está influido por la ley islámica, siendo en efecto nula la separación entre Dios y el Estado —personificados en la figura del rey como máximo representante religioso y terrenal, tanto en lo civil como en lo militar—.

El Majzén es un grupo cerrado con una férrea jerarquía, completamente desvinculado de la sociedad civil al uso, pero por encima de esta. Aprecian pasar desapercibidos, y ejercen a su vez una política represiva inaudita contra toda oposición o movimiento contestatario que busque poner en entredicho su capacidad de dominación. Del mismo modo, conseguir la gracia del Majzén puede catapultar directamente al estrellato a cualquiera que sea capaz de acceder a semejantes privilegios.

Las zarpas del Majzén se extienden tanto dentro como fuera del país, teniendo una amplia red de informantes y organizaciones pantalla por todo aquello que forma parte de lo que consideran su ámbito de influencia. Desde 1975 controlan las zonas ocupadas del Sáhara Occidental, destacando en el acoso y derribo a cualquier elemento vinculado a la causa saharaui o con simpatías hacia esta. Al mismo tiempo, se encarga de apoyar y proteger al movimiento colonial marroquí que se asienta en los territorios del Sáhara bajo las órdenes de Rabat. Con genocidios como los de Um Draiga en 1976, el desmantelamiento de los campos saharauis por las protestas de noviembre de 2010 o el bombardeo a los refugiados que huyen a Argelia; la política del terror materializado en masacres de civiles con el uso de napalm o fósforo blanco como arma, son la carta de presentación de la monarquía alauita.

Con un Marruecos que ve en el extremo oriental del Mediterráneo, en la Turquía de Erdogan y en el Israel de Netanyahu, ejemplos de regímenes autoritarios fuertes; se busca proyectar este expansionismo en los territorios occidentales mediterráneos. Haciendo una lectura de las tesis de 1956 de Allal El Fassi, Marruecos se proyecta como una realidad imperial fundamentada en el expansionismo y la reclamación de territorios pertenecientes a Mauritania, el Sáhara Occidental, Argelia, Mali y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. El proyecto del Gran Marruecos pasa por la subyugación directa de todos los pueblos vecinos bajo su gran bota. Siendo estas tesis usadas como instrumento para movilizar a la población marroquí con un discurso nacionalista, este plan se fundamenta ante todo en la persecución y el exterminio del pueblo saharaui, con la ocupación de sus tierras y la eliminación de toda resistencia.


Tantas ansias tiene el Majzén por el control, que estas incluso benefician a la Unión Europea, quien ve en Marruecos al perfecto guardián de sus fronteras más meridionales. El papel de las ciudades de Ceuta y Melilla en todo esto, junto a la existencia de una alta verja inhumana y afilada que separa al norte del sur global, responden al gran esquema de control migratorio en el que el Estado español se cuadra y saluda ante las órdenes dictadas desde Bruselas.

El Sáhara, por su parte, además de zona estratégica para controlar la salida al Atlántico desde el Mediterráneo, supone también una tierra rica en recursos como fosfatos, fundamental para el abono agrícola. Cuenta también con yacimientos de petróleo y gas natural a lo largo de la costa, junto con algunos depósitos de minerales tales como hierro, cobre y uranio, zonas pesqueras anexas al territorio y un enorme potencial turístico que la monarquía alauita se encarga de explotar —ofreciendo un proyecto de resort de lujo muy similar al propuesto por Trump en Gaza—.

Olvido, el peor enemigo. Argelia, Tinduf y los campos

El Sáhara Occidental, territorio geográficamente ubicado entre Marruecos al norte y Mauritania al sur, comparte también una pequeña frontera noreste con Argelia. Es en este país donde el gobierno de la RASD se encuentra exiliado, con gran parte de la población saharaui ubicada en Tinduf, en los campamentos de refugiados que huyen del régimen marroquí. Viven aquí unas 173.000 personas, más del 80% de la población autóctona del Sáhara Occidental.

Argelia, destacando en la defensa de la autodeterminación como cuestión geopolítica fundamental de su identidad nacional —por su trayectoria histórica en la independencia de Francia—, es el principal país valedor de los intereses del pueblo saharaui. Al ser históricamente tanto la RASD como Argelia países garantes de la defensa de la liberación de los pueblos, esta trayectoria de entendimiento y defensa de sus intereses ha logrado mantenerse hasta hoy. El proyecto del Gran Marruecos choca de igual forma frontalmente con los intereses nacionales de Argelia, encontrando el pueblo saharaui a un importante aliado en las fronteras del país vecino. Es aquí donde se ubica Tinduf, junto al gobierno de la RASD y las principales instituciones del Frente Polisario, funcionando la ciudad de Rabuni como capital provisional.


La situación de los saharauis en Tinduf se basa en la supervivencia. Compuesta por cinco campamentos que llevan el nombre de ciudades del Sahara Occidental: Bojador, Dajla, El Aaiún, Auserd y Smara, la vida en los campos —en mitad del desierto pedregoso— es dura. Con una climatología inestable de grandes lluvias ocasionales, temperaturas extremas e incontrolables vientos, impiden el desarrollo de una agricultura estable. Todo ello hace que la situación del pueblo saharaui en los campos se dé en condición de refugiados. Entre casas prefabricadas y edificios hechos de materiales de la zona, el pueblo saharaui subsiste pendiente de las victorias del Polisario en el territorio Occidental, donde cuentan con diversas zonas liberadas, y esperando a que la situación a nivel internacional les dé una salida.

Desde agencias internacionales —vinculadas a la ONU principalmente aunque no en exclusiva—, se ofrecen becas y ayudas para fomentar la salida aunque sea temporal de una situación tan hostil. En el Estado español siempre tuvo fama el proyecto «Vacaciones en Paz», agradecido en multitud de casos por quienes se han visto beneficiados del mismo. No obstante, ¿acaso es esto justo, suficiente? ¿Condenar a un pueblo al ostracismo por la desidia del colonialismo español? ¿Por dejar que el Majzén ejerza su dominio ante el Sáhara? El pueblo saharaui se merece más que eso. Siempre hay un horizonte más allá del asistencialismo, empezar a conocer su lucha es el primer paso.

 

Sáhara Occidental y la lucha de un pueblo por su existencia

El Estado español realizó un cambio definitivo de postura con respecto al Sáhara en 2022 cuando el actual gobierno de Pedro Sánchez se posicionó a favor de Marruecos e inició conversaciones con la monarquía alauita en materia migratoria, siendo algo que han utilizado como herramienta para forzar decisiones que favorecían directamente al Majzén. Por su parte, Estados Unidos —su socio más antiguo8— decidió apoyar en 2020 de manera abierta el dominio marroquí sobre el territorio abriendo consulados en las ciudades ocupadas de Dalja y El Aaiún. Francia, por su parte, siempre ha permanecido junto a Marruecos, siendo uno de sus socios más fiables en la zona del Magreb.

Los recientes acontecimientos plasmados en la Resolución 2797 de la ONU, nos llevan a una situación en la que el plan de ocupación marroquí para el Sáhara queda más que avalado con el apoyo de EEUU a la cabeza. Al haberse reconocido la soberanía de Marruecos sobre el territorio, el derecho de autodeterminación y la promesa de referéndum —que desde 1991 llevaba en el aire— queda definitivamente negada. Si bien la MINURSO9 mantendrá su estancia hasta 2026, la situación es ante todo desfavorable para un pueblo que lleva luchando por existir desde hace más de cincuenta años. Ante un Estado que ocupa de facto territorios que le corresponden al Sáhara, la monarquía alauita ejerce su dominio de forma explícita, persiguiendo cualquier oposición o voz mínimamente contestataria a la que se le ocurra poner la cuestión del Sáhara en entredicho. Marruecos se apoya una vez más en el régimen estadounidense para ejercer su poder en la zona. Mientras tanto, el Estado español y la Unión Europea abandonan de palabra y hecho al Sáhara.

La cuestión del sáhara ha sido un tema tabú en las reivindicaciones de GenZ212, quizás más por la represión que desde el Majzén se podría ejercer a quien se pronuncie a favor de su causa. Aún con todo, la histórica defensa de la autodeterminación del pueblo saharaui pasa obligatoriamente por la derrota de la monarquía alauita y las potencias imperialistas que la apoyan. La liberación del Sáhara pasa inevitablemente por la derrota del régimen marroquí y sus socios. Si en el futuro viéramos una unión de luchas entre los movimientos populares del Rif, los defensores de la autodeterminación del pueblo saharaui y la juventud contestataria marroquí, quizás ese sería el momento en el que el Majzén echase a temblar. Hasta entonces solo queda trenzar lazos y políticas de entendimiento entre aquellos grupos que combaten al despotismo, sea donde sea y tenga la forma que tenga, sobre el terreno.

 

Nuestro pueblo siempre ha apoyado la causa saharaui. En esta ocasión como en tantas otras, no nos quedaremos atrás. Citando al poeta británico Percy Bysshe Shelley en su Ozymandias:

Conocí a un viajero de una tierra antigua que dijo: «dos enormes piernas pétreas, sin su tronco se yerguen en el desierto. A su lado, en la arena, semihundido, yace un rostro hecho pedazos, cuyo ceño

y mueca en la boca, y desdén de frío dominio, cuentan que su escultor comprendió bien esas pasiones las cuales aún sobreviven, grabadas en estos inertes objetos, a las manos que las tallaron y al corazón que las alimentó.

Y en el pedestal se leen estas palabras: “Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes: ¡Contemplad mis obras, poderosos, y desesperad!”

Nada queda a su lado. Alrededor de la decadencia de estas colosales ruinas, infinitas y desnudas se extienden, a lo lejos, las solitarias y llanas arenas».

Ningún poder es eterno, pues este siempre termina por hundirse bajo las dunas del desierto; cual gigante con pies de barro.

 

https://regeneracionlibertaria.org

  

  1. 1. El Frente Polisario reanudó los combates con Marruecos el 13 de noviembre de 2020, después de que Marruecos rompiera el alto el fuego de 1991. El Estado español comienza en ese año a ver con buenos ojos la ocupación marroquí del Sáhara. ↩︎
  2. 2. Israel ha jugado un papel destacado en materia de cooperación militar, estableciendo acuerdos históricos en materia de defensa, inteligencia y ciberseguridad en 2021. Ha suministrado drones, sistemas de inteligencia militar y sistemas de vigilancia a la monarquía marroquí, a cambio al sionismo se le ha otorgado una posición ventajosa en acuerdos económicos. El reconocimiento israelí en 2023 de la soberanía marroquí sobre el Sáhara marca un antes y un después con Marruecos. ↩︎
  3. 3. Vemos que ante cuestiones como los sucesos de 2016-2017 del Movimiento Popular o Hirak del Rif, la idea de hacer política no es única ni exclusiva del Estado. Las luchas populares que encontramos en el Norte de África han sido más comunes de lo que inicialmente se pueda pensar, bien siendo estas desarrolladas por pueblos amaziges o bien por generaciones juveniles —caso de las protestas de GenZ212 mucho más recientes—, estas han reivindicado la construcción de una realidad política y social distinta a la de las pretensiones de la monarquía alauita, en defensa de unos intereses comunes mucho más amplios que los otorgados por el régimen actual. Pese a que los medios más tradicionales busquen ignorar este hecho, si ahondamos en la búsqueda de información sobre las luchas de los pueblos con los que el Estado español comparte sus fronteras más meridionales, hallaremos contenido más que suficiente. Para más información relativa a este tipo de cuestiones, recomendamos la lectura de este artículo: https://www.elsaltodiario.com/marruecos/hirak-rifeno-una-revuelta-descabezada-pero-no-derrotada ↩︎
  4. 4. Siendo ejemplo lo sucedido en Melilla en 2022: https://www.elsaltodiario.com/melilla/disparos-aire-devoluciones-caliente-20-hospitalizados-dos-dias-saltos-valla-melilla ↩︎
  5. 5. Nos referimos con este término a la actual dinastía reinante en Marruecos, cuyos orígenes se remontan a 1631. ↩︎
  6. 6. Bártulo (2021): La historia prohibida del Sáhara Español, p.216 ↩︎
  7. 7. Bártulo (2021): La historia prohibida del Sáhara Español, p.222 ↩︎
  8. 8. Marruecos fue el primer Estado del mundo en reconocer a EE. UU. como país. Sus relaciones diplomáticas se remontan a 1777. ↩︎
  9. 9. Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental. ↩︎

 

 

 

jueves, noviembre 27

Más represión (y burorrepresión) al activismo


Detenido e investigado por investigar a policías infiltrados

Jorge Jiménez militó durante años en el desaparecido colectivo Distrito 14, donde coincidió con chicos como Carlos y Sergio, con los que desarrolló una relación de amistad y confianza. Años después, acabaría por descubrir que éstos eran agentes de policía infiltrados en su colectivo que habían traicionado su confianza. Esta experiencia le empujó a participar en iniciativas de divulgación y crítica política de esta práctica, como la publicación a principios de este año del Manual para destapar a un policía infiltrado.

El 15 de septiembre, El Salto informó que Jorge había sido denunciado y detenido, precisamente por investigar a varios de los policías infiltrados que, en los últimos dos años, han sido destapados por medios como La Directa y El Salto. Jorge estaba estudiando dónde residían y qué bienes tenían, a fin de sopesar si presentar denuncias contra ellos por cometer delitos contra la intimidad. Por ello, la policía le imputa delitos como falsedad documental (por pedir notas simples de ellos en el Registro de la Propiedad) y revelación de secretos (por supuestamente publicar en redes sociales en qué ciudades residen).

La causa sigue abierta y se encuentra pendiente de ver si se archiva, puesto que la defensa de Jorge sostiene que nada de lo que ha hecho se tipifica como delito en el Código Penal. Pero, de forma paralela, la Agencia Española de Protección de Datos ha iniciado un expediente informativo por supuestamente difundir los nombres, apellidos y fotos de algunos de los agentes encubiertos que fueron destapados por medios de comunicación y le ha advertido que podría abrirse un procedimiento sancionador y acabar siendo multado.

Más información en @j28030 (Bluesky)

Represión contra las movilizaciones por parar la Vuelta

Pese a que el perridente Sánchez manifestara su “admiración” por quienes salieron a protestar contra la presencia israelí en la Vuelta ciclista, su policía acabó por detener a cinco activistas en l’Alt Empordà, a doce en Asturies, diez en Galiza y dos en Madrid en el marco estas movilizaciones. Además, varias otras fueron identificadas y, a finales de septiembre, la Comisión Estatal contra la Violencia, el Racismo, la Xenofobia y la Intolerancia en el Deporte abrió expedientes sancionadores y propuso multas de entre 3.000 y 5.000 euros para 38 de ellas. Un ejemplo de cómo la burorrepresión pretende alcanzar el mismo efecto desmovilizador que la represión penal y policial pero con medios más sutiles e invisibles; en vez de detenerte ante decenas de cámaras y miles de compañeras, te llega una carta a casa y te sangran económicamente.

Más información en @defendemos.palestina (Instagram)

Detenidas en la manifestación de apoyo a Palestina

El pasado 4 de octubre, en el marco de la masiva manifestación en Barcelona por el segundo año del genocidio en Gaza, 10 personas resultaron detenidas después de que una manifestación improvisada de 2.000 personas saliera desde l’Arc de Triomf (donde terminó la oficialmente convocada), hacia Plaça de Catalunya. A las detenidas se les imputa causar destrozos en empresas que colaboran con la ocupación, como McDonald’s, Carrefour o Starbucks, y enfrentarse con los Mossos d’Esquadra.

Por otro lado, ese mismo día, al menos ocho policías de paisano se infiltraron en la manifestación convocada por la Coordenadora Galega de Solidariedade coa Palestina en Santiago de Compostela y, en su transcurso, golpearon y detuvieron a un rapaz. Según relata O Salto, los hechos ocurrieron cuando varios agentes de paisano cargaron contra los miembros de la Asociación Galego-Arxentina pola Memoria (AGAMA), que portaban una pancarta enorme con el nombre de los más de 60.000 palestinos asesinados en los últimos dos años. Al verlo, el chaval, que desconocía que eran agentes de policía, se puso en medio para mediar y acabó reducido, llevándose un porrazo en la pierna y con el móvil roto. Al poco tiempo fue liberado y se le informó que le llegará una citación.

Indultados Javitxu y Adrián, dos de los 6 de Zaragoza

Después de 526 días en prisión para Adrián y 491 para Javitxu, el Gobierno español concedió, a mediados de septiembre, el indulto a los dos de los cuatro antifascistas encarcelados en el caso conocido como “Los seis de Zaragoza”.

Desde la Plataforma ‘Libertad 6 de Zaragoza’ valoran la liberación de Javitxu y Adrián como una “victoria colectiva del movimiento popular”, que “durante seis años ha denunciado la represión del Estado y la vulneración del derecho a manifestarse y organizarse frente a los discursos de odio de la extrema derecha”.

Este logro nunca hubiera sido posible sin la creación de una plataforma plural y diversa, compuesta por personas individuales, colectivos sociales, sindicatos y organizaciones políticas que han trabajado incansablemente en manifestaciones, concentraciones, ruedas de prensa, campañas en redes sociales, mesas informativas, pegadas de carteles, repartos de octavillas, actos, crowdfunding y eventos de recaudación de dinero”, señalan en un comunicado.Sin embargo, la Plataforma advierte que “no podemos hablar de satisfacción” porque “sigue siendo injusto” que Imad y Daniel, los otros dos jóvenes aún encarcelados, no han recibido el mismo indulto. “Se trata del mismo caso, las mismas detenciones aleatorias y las mismas sentencias injustas. ¿Por qué no se les ha aplicado la misma medida?”, cuestiona la Plataforma para afirmar que “el objetivo del Gobierno PSOE-Sumar” es “dividir el movimiento” y “acallar la movilización social” generada por este caso.

Otro aspecto crítico que señala ‘Libertad 6 de Zaragoza’ es la parte económica de la sentencia, que podría alcanzar los 200.000 euros entre multas, indemnizaciones y costas, afectando de manera directa a los presos y sus familias y perpetuando la doble penalización de las personas de clase trabajadora. “No se ha hecho justicia”, subrayan, porque aunque se conceda el indulto, la carga económica se mantiene intacta.

Más información @Libertad6zgz (Twitter e Instagram)

 

https://www.todoporhacer.org 



 

lunes, noviembre 24

Socavando la montaña mercantilizada

 


Lo hemos visto en demasiadas ocasiones: decenas de montañeros haciendo cola para poder coronar una cumbre de las que llaman míticas. O montañas de basura acumuladas en parajes alpinos que parecieran haber sucumbido a la pasión del ser humano por las alturas. Hablamos, claro, de los efectos secundarios del alpinismo bajo el régimen del capitalismo de pantallas.

Lo hemos visto por la televisión o en nuestros teléfonos móviles, pero no hace falta ir muy lejos para darse cuenta de hasta qué punto las dinámicas sociales del capitalismo han permeado la práctica de los deportes de montaña en la actualidad. Depredación del medio ecológico, turistificación de entornos naturales, proliferación de rocódromos vinculados a grandes grupos empresariales, deportivización extrema… Y junto a todo lo anterior, la casi obligada exhibición del logro, la integración del éxito deportivo en el branding personal que favorecen las redes sociales y la búsqueda de una anhelada singularidad que, por un lado, corroe los vínculos humanos y, por otro, nos desconecta de toda la otredad que atesora la montaña.

Una tónica generalizada en la mayor parte de los deportes, sobre todo en los que se practican individualmente, y que se replica, al menos en lo que tiene que ver con la explotación de la marca personal y la búsqueda desesperada de una singularidad exclusiva, en aquellos entornos cerrados destinados a la optimización del cuerpo y la mente, ya sean gimnasios, spas o retiros espirituales.

Y es que, a día de hoy, la práctica deportiva y el cuidado del cuerpo, se diría que junto a la psicología positiva y el coaching, se han convertido en dos elementos clave en la producción de una subjetividad que contribuye a la fragmentación social, la individualización de las problemáticas sociales y su patologización; una subjetividad que, a partir de lo anterior, pareciera relacionarnos con el mundo exterior a través de una manera de vivir compuesta de sucesivas experiencias de consumo. Porque sí, la montaña también puede ser consumida, y al menos para algunos lobbies empresariales, debe serlo sin cortapisas, ya que se la explotación de los entornos naturales ha de ser un elemento de primer nivel en la reestructuración de la industria de servicios que ha de sostener la nueva fase del capitalismo verde.

Sin embargo, y como casi en todos los ámbitos de la sociedad, también en la práctica del alpinismo y la escalada hay voces disidentes. El pasado 19 de junio, por ejemplo, en una mesa redonda organizada por Piedra Papel Libros en la sede madrileña de la Fundación Anselmo Lorenzo, se dieron cita varios colectivos para hablar de montañismo desde una óptica anticapitalista y eminentemente libertaria. Entre estos colectivos, la Unión de Grupos Excursionistas Libertarios de Madrid, que podría considerarse heredera de aquellos grupos anarquistas que antes de la Guerra Civil hacían de la conexión con la naturaleza una herramienta clave para la autoemancipación de la clase trabajadora, apuesta por un modelo de alpinismo y escalada que, al mismo tiempo que fomenta una práctica desmercantilizada y anticompetitiva, contribuye a volver a conectar el alpinismo con el legado de valores revolucionarios asociados al anarquismo ibérico.

Precisamente, esas genealogías militantes, más concretamente, aquella que conecta a los colectivos anarquistas de montaña de la actualidad con los grupos naturistas y excursionistas libertarios de principios del siglo XX, se pueden rastrear, aun de manera parcial, en La bandera en la cumbre, de Pablo Batalla Cuesto, autor también de La virtud en la montaña. Vindicación de un alpinismo lento, ilustrado y anticapitalista.Hablamos de dos libros que forman parte de una fecunda cosecha editorial en la que también podemos citar algunas obras importantes y arriesgadas, como Alpinismo bisexual y otros escritos de altura, de Simón Elías, Escalantes e Ingrávidas, de María Francisca Mas Riera, o Cartografías nómadas, Quebrantahuesos, La montaña apócrifa y Fin de cordada, de Olga Blázquez, responsable también del blog Antecima Anticima, donde se pueden leer y descargar gratuitamente algunos trabajos bien interesantes como Sociología del trabajado asociado al montañismo.

Nos encontramos, pues, en un momento donde la progresiva mercantilización del alpinismo y la escalada está siendo contestada, tanto a nivel teórico como práctico, por una pequeña constelación de grupos cuyo trabajo está abriendo nuevas vías de oposición al modelo hegemónico. Rocódromos autogestionados, colectivos anticapitalistas de montaña, grupos excursionistas de inspiración ácrata, libros y fanzines, encuentros y jornadas… No son pocos los proyectos e iniciativas que desde distintos ámbitos están planteando alternativas reales.

Esperemos, por supuesto, que este movimiento vaya creciendo en los próximos años, multiplicando esas voces disidentes y evidenciando que es posible intervenir en una arena política ―la del deporte― hasta hace bien poco pretendidamente desconflictivizada. Estaremos atentos.

 

Juan Cruz López, editor de Piedra Papel Libros

https://www.elsaltodiario.com 

viernes, noviembre 21

Luciérnagas en off

 


LUCIÉRNAGAS EN OFF



Las luciérnagas se han apagado.

Borrachos e iracundos

varados en semáforos con prisa,

rojo o verde, izquierda o derecha,

confundidos por el GPS que direcciona el sentido.




De nuevo,

las luciérnagas se han apagado.

Los oligarcas de las luminarias

han provocado su baja,

ellas no querían atraer a la presa,

no pretendían vender un champán,

ni unas nuevas viviendas

que ni en cinco vidas

una familia modesta podría comprar.




Antes las luciérnagas brillaban

como luces fluorescentes de neón,

iluminaban los campos con una danza

que dibujaba un mar de lima,

pero se volvió monótona su función.




El capitalismo ha convertido en diversión

las luces fluorescentes de neón, el pole dance,

el machito que, con dinero,

promociona la siguiente violación.





Christian Mingorance Gijón

En: Voces del Extremo. Poesía y paraíso. Ed. ACSAL. 2025

martes, noviembre 18

De la crisis social al orgullo nacional: cómo la extrema derecha seduce a la nueva generación europea

 


Mientras la sociedad europea se hunde en la inflación, los problemas de vivienda y los recortes derivados del fracaso del neoliberalismo, una parte de la juventud busca respuestas en quienes prometen orden y soluciones sencillas a problemas complejos.

Tras el final de la Segunda Guerra Mundial, los partidos abiertamente fascistas desaparecieron; sin embargo, las élites económicas y militares que los sostenían sobrevivieron. Europa se reconstruyó gracias a pactos que ofrecían crecimiento económico a cambio de paz social, apoyados en la democracia y el estado de bienestar. Aunque el fascismo fue derrotado militarmente, su ideología no desapareció del todo.

Con la crisis del Estado de bienestar, la derecha radical comenzó a transformarse: abandonó su vertiente más nacionalista a cambio de adoptar una competitividad autoritaria y una crítica hacia lo público. A partir de los años 90, esta corriente dejó atrás el fascismo explícito y adoptó un discurso centrado en la reducción de impuestos, la oposición a la inmigración y el rechazo a políticas progresistas. Esto dio lugar a movimientos como el Front National en Francia, que abrieron la puerta a la nueva derecha: ya no llevaban uniformes, sino corbatas y trajes.

La nueva generación europea tuvo que vivir la crisis de 2008 y la de 2020, y afrontar sus consecuencias: estabilidad y futuro escasos, con pocas oportunidades de progreso.

Este vacío fue aprovechado por la extrema derecha, que reapareció no tanto como herencia directa del fascismo, sino como respuesta emocional a la precariedad y al fracaso del mercado. Su discurso caló especialmente en sectores vulnerables gracias a la adaptación a las redes sociales, donde ya no era necesario ocultar su pasado. Lo que antes era inconfesable —racismo, misoginia o homofobia— en ciertos espacios se presenta ahora como una opinión legítima. No estamos regresando al fascismo de los años 30; estamos ante su versión contemporánea. Este discurso ha logrado influir en la juventud europea no solo debido a la crisis económica, sino también a una crisis de identidad masculina, donde los adolescentes socializados para medir su valor en términos capitalistas se enfrentan a precariedad y frustración. La derecha radical ofrece un refugio emocional a estos jóvenes: “volver a ser hombres de verdad”. En foros y redes, influencers y gurús canalizan esta frustración hacia la misoginia y la violencia simbólica. El neoliberalismo fabrica hombres rotos, y la extrema derecha promete repararlos a golpes.

El racismo no se limita a grupos neonazis o asociaciones extremistas; es estructural: está presente en la policía, los medios y las leyes migratorias. Cuando los jóvenes observan que el Estado criminaliza la pobreza y la migración, estos mensajes se interiorizan. La derecha radical lleva esto al extremo, identificando culpables visibles (el inmigrante, el pobre, la mujer…) frente a un malestar que proviene en realidad de un sistema económico desigual. El racismo funciona como válvula de escape del miedo social, canalizando el descontento hacia abajo en lugar de hacia arriba.

Según el estudio European Election Studies 2024, más del 21% de los adolescentes europeos se inclinan por partidos de la derecha radical, frente a un 14% de mujeres. Esta cifra indica un apoyo significativo, pero también una brecha de género que se ha ensanchado recientemente, vinculada a la crisis de identidad masculina. Estos datos muestran la urgencia de actuar. Como respuesta surge la alfabetización mediática, destinada a desmontar la manipulación informativa, el discurso de odio y las burbujas algorítmicas, mediante talleres que enseñen a leer memes, identificar bulos y analizar algoritmos, promoviendo la autodefensa digital. Si el algoritmo adoctrina, la autogestión informativa libera.

Otra propuesta es reconstruir comunidad y redes de apoyo mutuo, sustituyendo la falsa pertenencia nacional por vínculos reales de solidaridad. Las cifras se pueden contar, pero la dignidad es algo que no se mide. Mientras el neoliberalismo destruye el sentido de pertenencia, la derecha radical intercambia identidad por obediencia. Sin embargo, en cada barrio, aula o pantalla, sigue existiendo una posibilidad: una juventud que se niega a rendirse ante el odio, que busca comunidad en lugar de fronteras y que elige la ternura en lugar del miedo. Si el siglo XXI va a tener una revolución, será la de cuidarnos unos a otros.

 

Héctor Martín Ortega

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sábado, noviembre 15

Aceituneros altivos. Tiempo de cosecha en Palestina

 


En Palestina, octubre es el mes que se vincula con la cosecha de la aceituna. El mes que se espera. O el mes que ya no se sueña, como describe Nathalie Handal, escritora palestina nacida en Haití, en su poema Los olivos de Abu Jamal: “Día tras día / Trabaja la tierra / Nunca tuvo paz / En toda su vida / No ha tenido sueños / Cree sólo en lo posible / Sus instintos consideran a la vida y a la muerte / Le cuenta historias a su mujer / Para recordar cómo se ve ante los demás / Sus ojos ahora están vacíos / Sus tripas heladas / Sus olivos fueron arrancados de raíz. / Y luego con una sonrisa dice: / Me encantaría saber los nombres / De los que van a recoger las aceitunas / En nuestra tierra el próximo octubre… / ¿De qué árboles?, pregunta ella”.

¿De qué árboles, si (también) los han asesinado? No se sabe cuántos olivos fueron arrancados durante los años de la Nakba, mientras quienes los cuidaban se vieron forzadas a abandonarlos y dejar sus tierras. Sí que hay registros, espeluznantes, a partir de la ofensiva de ocupación israelí desplegada desde 1967: desde entonces hasta el 2023, han sido alrededor de un millón los olivos talados o extirpados. Y durante estos dos últimos años de asedio, la acometida contra los olivos también ha formado parte de la estrategia genocida del Estado de Israel. Por dos razones. Los olivos representan, con su firmeza, con su perseverancia, con su permanencia, la sumud palestina, la resistencia. Y porque los olivos son, en esencia, el sustento palestino.

Como era de prever, el alto al fuego no se ha producido, pero tampoco se vislumbra ninguna voluntad de Israel de poner fin al genocidio. Aunque los crímenes directos sobre la población se hayan podido reducir tras el acuerdo anunciado en Egipto, los otros métodos de exterminio siguen en marcha. Y entre ellos se mantiene bien activa la estrategia de acabar con los medios de subsistencia alimentaria del pueblo palestino. En referencia a los últimos episodios de este genocidio, Javier Camilo Guevara Rodríguez, especialista en Derecho del Medio Ambiente de la Universidad Externado de Colombia, defiende que “la destrucción de los medios de subsistencia agrarios no puede considerarse un daño colateral. La magnitud, sistematicidad y efecto acumulativo de estos actos sugieren un patrón de destrucción deliberada”.
Las cifras, aunque frías, lo corroboran. Si en marzo de este año la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) alertaba de que el 60% de las tierras cultivables habían quedado inutilizadas, hace pocos días, otra de las agencias de Naciones Unidas, la UNRWA (Agencia para la Ayuda a los Refugiados de Palestina), habló ya de la destrucción de casi todas las tierras agrícolas de la Franja de Gaza. En CTXT también denunciamos la destrucción de otro de los elementos identitarios de cualquier pueblo: el banco de semillas de la Unión de Comités de Trabajo Agrícola (UAWC) de Palestina, organización de campesinas y campesinos que el estado de Israel tiene calificada como organización terrorista.

Aún más. Hace pocos días hemos sabido que Israel ha activado el proceso de deportación de 32 activistas internacionales que, acogidos por la UAWC, se desplegaron por los campos en cosecha, cual flotilla terrestre, para protegerlos en un momento tan trascendental. Para llevar a cabo la detención y deportación, Israel ha argumentado que habían entrado en una “zona militar cerrada”, acusación completamente falsa, según explica la UAWC. De todas maneras, los activistas restantes, conviviendo con las familias campesinas palestinas, continúan apoyando la campaña de recogida de aceitunas.
Tierras debastadas, semillas destruídas, campos envenenados para acabar con el sistema agrario palestino; pero sobre todo violencia para garantizar el genocidio de su campesinado (fellahin), el cual, como sus olivos, nació en esas tierras y allí permanece y resiste. Altivo.

 

 Gustavo Duch 24/10/2025 Revista CTXT